GLORY HOLE
“Un agujero, una pared que tiembla”
Alejandra Pizarnik
Puede que no lo creas,
pero escribí estos versos para ti
antes de conocerte.
Es cierto que han ido
llenando el vacío
de buzones anónimos,
mas no han hallado su verdadero
significado hasta encontrarte
y saber de sus frecuentes orgasmos
tras la soledad de esta pared.
LA DEUDA HIPOTECARIA DE VILLON AMORTIZADA POR LOS MUCHOS ESCRITORES HIPOXIFÍLICOS QUE EN EL MUNDO HAN SIDO.
“Su pantalón seguía formando en la entrepierna un bulto irrisorio.”
Boris Vian
“…todos los ahorcados mueren empalmados.”
Miguel Costas (Siniestro Total)
“Estragon: ¿Qué tal si nos colgamos?
Vladimir: Hmm. Eso nos daría una erección.”
Samuel Beckett
Dichoso el poeta que hace de su muerte
el mejor poema.
Más allá de rítmicas y prosodias, y de estériles retóricas,
está el gesto último de Pavese, no escribir más,
porque del paso del cadáver diario al ser muerto
sólo hay un instante
y ese instante hay que vivirlo en toda su plenitud
como lo que es:
una burla literaria al no ser.
Lo decía Panero, prostituir mi muerte y hacer
de mi cadáver el último poema.
Basta, pues, de palabras y pasemos a los hechos,
hagamos ese quiebro
que quería Nerval, y hagámoslo sin aspavientos,
con el sombrero puesto,
sin sentir la cobarde humillación
de sustraernos a la elección de nuestro destino.
Eso es. Elijamos nuestro destino.
Hay mil maneras de hacerlo: triunfan los envenenamientos
en sus múltiples modalidades, el pistoletazo, el salto al vacío,
la asfixia voluntaria…; pero, de todas ellas, ninguna más placentera
que la garra piadosa de una soga.
Villon no eligió su muerte, Shepard tampoco,
pero ambos sabían de la danza del ahorcado.
Dansent, dansent les paladins,
les maigres paladins du diable.
Mengjia, Esenin, Marina Tsvataeva,
Tor Jonssón, Jens Bjorneboe, Nicolás Arnero,
José Ignacio Fuentes, Wenceslao Rodríguez,
Nerval, Ian Curtis, David Foster Wallace…,
son nuestros modelos,
todos balanceándose, desafiando la gravedad de la vida,
mostrando la fuerza de sus erecciones post mortem,
aprendiendo en el extremo de la cuerda
sobre sus cuellos
lo que el culo de la literatura pesa.
Joaquín Piqueras, de Selfies de un hombre invisible (Canalla Ediciones, 2020)