Dame un minuto o dos más, Helena
en la barra del bar junto a estos amigos.
Otra forma no veo de escapar,
en momentos tan turbios
del asedio mortal
de esta ciudad contenida
donde cada flecha que se lanza
donde cada pelota de brea,
cada yelmo, cada espada
la casa, o tal vez los sueños
se deshacen ante la atenta mirada
de alguien todopoderoso y gris.