a coro
did you hear about my baby?
hay quienes saltan y pretenden ascender hasta el cielo
hay quienes aplacan una sed ancestral
o quien intenta, avergonzado, calmar la rabieta de una niña
porque el globo subió demasiado alto demasiado
duérmete niño
quién manda aquí
pan bao con carne mechada, por favor
pan bao ligero como las nubes
yo observo
mientras la puerta del baño esté cerrada
la voz de Jim Morrison
los gritos de los niños
flotando
es curioso
el paquete de clínex entre mis manos
*
Pero en algún instante
querrás hacerme creer en la arquitectura triste de los fractales
y me verás entonces renegar de los alfileres
de esos patrones de papel
de
las modistas francesas
me verás
embastada
como ahora
cuando el cansancio y el hastío
pronuncian el silencio de los pescaditos de plata
Pero en algún instante
querrás hacerme creer en la arquitectura triste de los fractales
y me verás entonces renegar de los alfileres
de esos patrones de papel
de
las modistas francesas
me verás
embastada
como ahora
cuando el cansancio y el hastío
pronuncian el silencio de los pescaditos de plata
correteando por el suelo
como ahora
me verás
aparentemente a la deriva
pero con la ternura absoluta del no saber
entre las manos
*
Mis manos son cauces sin agua que adoptan la forma
como ahora
me verás
aparentemente a la deriva
pero con la ternura absoluta del no saber
entre las manos
*
Mis manos son cauces sin agua que adoptan la forma
de una caracola para que ella escuche el eco cuadrúpedo
una ciudad burbuja
o la incertidumbre de los prácticos portuarios
pero yo digo basta
y si deseo separar las manos
solo tengo que soltar
a esta niña que se agarra a ellas
la miro por el ojo de la cerradura que surge entre los dedos
y observo cómo grita ovillos de lana
se asusta de la suave violencia que hay
en la luz de las bombillas
entonces vuelvo a sellar sus juntas
le doy cobijo otra vez en el hueco que forman mis palmas
las aprieto las presiono
con miedo a que se vuelva a perder
en la inocencia de un bostezo
Loida Ruiz Rodríguez
una ciudad burbuja
o la incertidumbre de los prácticos portuarios
pero yo digo basta
y si deseo separar las manos
solo tengo que soltar
a esta niña que se agarra a ellas
la miro por el ojo de la cerradura que surge entre los dedos
y observo cómo grita ovillos de lana
se asusta de la suave violencia que hay
en la luz de las bombillas
entonces vuelvo a sellar sus juntas
le doy cobijo otra vez en el hueco que forman mis palmas
las aprieto las presiono
con miedo a que se vuelva a perder
en la inocencia de un bostezo
Loida Ruiz Rodríguez