Recuerdo la viñeta del gran Antonio Mingote cuando estábamos apunto de entrar en el nuevo milenio: un hombre asomado por el agujero del cero, no se sorprende por lo que ve. Más de lo mismo es lo que parece mirar.
Al asomarnos por las ranuras de los ceros del 2020 parece que lo que nos espera es más de lo mismo: "buen gobierno" lento, con políticas titubeantes y corruptelas que parecen no tener fin. El año que viene (la década) no tiene visos de mejora. Y esto no es pesimismo.
Aún así, está última noche del año les ánimo a asumir un compromiso con ustedes mismos: voy a leer más, voy a dedicar tiempo y esfuerzo a estar informado, a no dejarme permear por la indolencia civil.
Este nuevo año necesitamos un compromiso más serio con nuestra democracia y eso comienza por desarrollar el hábito de la lectura. Allí empieza todo. La única manera de no dejarnos seducir por el reguetoneo politiquero es abrazar el conocimiento.
Nuestra actitud hacia la cultura y el conocimiento tiene que dar un giro. Los vuelcos sociales no empiezan en los gobiernos, arrancan en los hogares, en las aulas, con padres y maestros con visión de futuro, con jóvenes que de verdad comienzan a interesarse por el suyo y lo que esto significa, con adultos que no van a resignarse a que las cosas sigan igual.
Nuestro país no tiene más tiempo, no tiene otra década para invertir en promesas huecas, necesita que todos estemos más atentos que nunca a dónde van nuestros recursos y hacia dónde quieren llevar la educación. Habrá muchos temas, pero éstos dos harán la diferencia en esta década: si el dinero no va a educación será más fácil robarnos.
Ojalá no tenga razón la viñeta. Ojalá nos asomemos por los ceros y el futuro se vea enderezando la senda, no por obra de ninguna energía, sino por la convicción inquebrantable de los ciudadanos de nuestro país.
Artículo publicado en el diario La Prensa, martes 31 de diciembre de 2019.