El desconcierto, eso lo recuerdo bien, y que cerraron Calle S y otras calles aledañas con alambres de púas. Para entrar y salir había que mostrar la cédula. Daban plata por armas. Todo era inestable y transitorio, y de los tocadiscos salía la salsa navideña de siempre intentando hacer llevadera la Nochebuena vejada.
Cuatro días después del 20 de diciembre nos parecía mentira: nos invadieron, nos mataron a los parientes, a los amigos, nos mintieron hablando de democracia y de peligros para sus ciudadanos y del futuro de los nuestros. Decidieron aplastarnos por su propio interés y hasta la fecha nos han escamoteado el número de nuestros muertos. Seguir leyendo el artículo aquí.
Artículo publicado en el diario La Prensa, 21 de diciembre de 2019.