Por caminos distintos y durante años
salimos, equivocados de nuestras casas,
con la persona equivocada.
Fuimos el secreto a voces de la poesía.
Tú
la dulce poeta que dudaba si su piel
era mi libro favorito,
y veía inalcanzable
el momento en que yo saborearía
el perfume curativo de sus dedos.
Yo
el pobre poeta que sólo llevaba encima
la palabra esperanza, la palabra
que no encontraba
cuando creyó caer
en el raro vacío de tu desamor.
De pronto, y muy lentamente,
después de cenarnos juntos los nervios,
nos confesamos
nuestros más íntimos deseos.
Y se hizo la magia.
Dos amores platónicos
que se dan la mano por vez primera,
que sus miradas dicen:
—No moriremos por amor
y nunca romperemos esta regla
porque nos queremos vivos.
Abel Santos, de El camino de Angi, 51 poemas de una historia de amor (Póemame Editorial, Próximamente en 2020).