LA LUNA EN EL PECHO por GEMA FERNÁNDEZ MARTÍNEZ




Tiene algo que ver con eso
que decía,
que los latidos o se bailan
o solo sirven para creer
que podemos ganarle
un par de horas a la muerte.

Algo que ver con la primera vez
de las últimas veces
que acabamos por jodernos
los principios.

Tiene que ver, sospecho,
con esa voluntad marítima
e hidráulica
de remar y remar
a contramierda ,
con ese navegar a la deriva
de los ilustres naúfragos.

Tiene que ver contigo
y conmigo,
derivándonos, arribándonos,
quemando los timones
en los puertos
de todas las ciudades
hasta que alguien proclame
sobre un mastil trinquete
derribado
que sin nosotros no hay barcos,
no hay marea en el vientre
ni salitre en las córneas
del océano,
no hay labios calefactores
que tornen la marea
más besable.

Tiene que ver
con eso que pensaba
y no te dije nunca,
que tu caligrafía debe de ser
hermosa
porque tus manos son duras
como la arena en mis riñones
y me lo escriben todo
para luego borrarme
las miserias.

Tiene que ver con esa anomalía
de esperar la sorpresa,
con la derogación de las
expectativas,
Con la detonación de los
dictados, ¡Boom!
Hacer lo que nos salga
de las gónadas.

Algo que ver, no sé,
con quedarme dormida
al pie de tu frontera
con la luna en el pecho
y un tibio atardecer
cruzándome las sienes
y los párpados.

Tiene que ver con eso que decía,
que sentir no es sentir
si no carece de todo sentido
y los latidos o se bailan
o solo sirven para robarle
otro par de caricias la muerte .

Tiene que ver con cogerte la mano,
cerrar bien los dos ojos
y no ver nada más
y que esa oscuridad
importe poco

o nada .


Gema Fernández martínez


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