NOTAS SOBRE LA CREACIÓN por SAMUEL BRESSÓN




La poesía no admite reservas ni pudor. Como expresión tan solo posible desde, a través y hacia la absoluta libertad la única exigencia que nos impone es abordarla desde esa ineludible premisa. Es esta es la única esclavitud que nos impone: la libertad sin fronteras que la delimiten. Pero, como extensión de la más íntima naturaleza del autor, la libertad fundamental de la que debe estar dotada es la que solamente nosotros podemos otorgarle que, por otro lado, acostumbra a ser la más difícil de alcanzar. Y así, de igual forma que no hay lugar para la autocensura, se presenta imprescindible recorrer el camino hacia nuestro interior para conectar de forma cada vez más estrecha con nosotros mismos y con nuestras emociones que son, al fin y al cabo, la arcilla de nuestra labor. No hacerlo implica automutilar territorios y cauces creativos que hacen del todo imposible su desarrollo. No hay temática o sentimiento o modo expresivo alguno que sea posible objeto de exclusión de la creación poética que, como cualquier otra manifestación artística, no navega bajo ninguna responsabilidad ética o moral. En ningún caso se sostendrá sobre la obligatoriedad de aleccionar sobre cuestión alguna ni ejemplificar ninguna pauta de comportamiento. La poesía puede ser depositaria de altos y nobles instintos o de las más bajas y perversas pasiones. Todo es lícito cuando nace de un sentimiento honesto siendo este el pilar fundamental e innegociable sobre el que desarrollar la creación: la honestidad.


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