Uno se cansa
de esperar
de impacientarse
de aguardar siempre
el mañana
y termina dejando
fluir el tiempo
mansamente
en su interior.
Ese es el lugar
donde se recupera
al fin la calma
donde empieza
el propio camino.
Vicente Muñoz Álvarez, de Canciones de la gran deriva (Origami, 2012).