Ross McDonald/Lew Archer
Título: El expediente Archer
Autor: Ross McDonal
Género: Novela negra, intriga, terror
Editorial: Mondadori
Año de edición: 2010
ISBN: 9788439722205
Idioma: español
Conocer al autor
Ross Macdonald, seudónimo de Kenneth Millar, fue un escritor norteamericano-canadiense de novela negra, creador de uno de los detectives privados más emblemáticos de siglo XX: Lew Archer, interpretado en la pantalla grande por Paul Newman bajo el nombre de Lew Harper.
El autor comenzó su carrera literaria escribiendo en revistas pulp mientras estudiaba en la universidad de Míchigan donde conoció a la que sería su esposa, la escritora Margaret Millar.
Su primera novela editada fue The Dark Tunnel en 1944. El detective privado Lew Archer apareció por primera vez en Find the Woman de 1946 y lo acompañó en la mayor parte de su obra.
Kenneth Millar nació en 1915 y falleció en 1985 en California –donde se centran la mayor parte de las historias de Lew Archer—, pero también vivió varios años en Canadá.
Junto a Dashiell Hammett y Raymond Chandler, Ross McDonald es uno de los maestros de la novela negra. Desde mi puno de vista forman la triada negra por excelencia. Si bien los personajes de Ross McDonald se acercan más a una realidad contemporánea.
Sinopsis de Expediente Archer
El expediente Archer es la antología de todos relatos protagonizados por el mítico detective privado Lew Archer. Además, contiene fragmentos inacabados de las que hubieran sido otras novelas o cuentos del autor. Empero, podría tratarse, simplemente, de borradores de las historias ya publicadas, pues existen similitudes evidentes entre algunas de ellas. Esta compilación está presidida de un amplísimo y majestuoso prefacio a cargo del biógrafo del autor, Tom Nolan, donde indaga la vida de este personaje tan simbólico en la novela negra.
Reseña de El expediente Archer de Ross MAcDonald
El expediente Archeres una profunda radiografía del detective Lew Archer; un hombre decente, firme, íntegro, obstinado, y, en ocasiones, cínico e incluso ligeramente temerario. Sin olvidar un puntito guasón en circunstancias propicias.
El prólogo –a modo de biografía— cargado de historietas y rarezas del personaje principal a cargo de Nolan, nos deleita con curiosidades tales como dónde creció o los amores que tuvo Archer antes de ser detective privado. De igual forma, nos descubre el coche que conducía y hasta el sino de su vida.
Por ende, averiguamos que Lew Archer fue policía en Long Beach antes de la guerra –en la que ocupó un cargo en Inteligencia Militar— y que, después, trabajó para el fiscal del distrito.
Físicamente, Archer es delgado, de aspecto juvenil y nariz pequeña, un tipo atractivo y con encanto cuyo modesto despacho está Sunset Boulevard, Hollywood, Los Ángeles. Habitualmente gestiona divorcios, pero admite cualquier encargo siempre que esté dentro de la legalidad. Él observa no juzga. Es un hombre divorciado que separa el placer del trabajo y evita los romances.
Desde luego, se agradece el profundo estudio llevado a cabo por Nolan.
En pos a este maravilloso preámbulo, aparecen doce relatos ambientados en la tórrida California de Ross MacDonald en la piel de Lew Archer. En ellos, el escritor pone de manifiesto la conducta humana. Así pues, se descubren los siete pecados capitales: lujuria, ira, soberbia, envidia, avaricia y pereza. E incluso ese octavo pecado capital que promulgó san Juan Casiano (360-435) ―en su De intitutis coenobiorum (V, coll. 5, «de octo principalibus vitiis»)―, llamado tristeza.
Una decena de relatos de género amenos creados por este nigromante de las letras que escribía con pluma ágil, hiper descriptiva, sencilla y con abundantes diálogos perfectamente estructurados que enganchan desde el inicio, donde quedan retratados todos los personajes y personajillos de la fauna humana de manera natural y explícita.
La tónica principal de este vademécum de Lew Archer: alcohol, femme fatales –rubias oxigenadas, mayormente—, crímenes y revólveres. Aditivos indispensables: Buick negros, hombres trajeados y, por lo general, apuestos, damas chics y policías suspicaces. En algunas de las historias entreví lazos suficientes como para haber editado una novela corta con mucho gancho. Mientras que en otros descubrí paisajes y escenarios repetitivos; clones agarrados por pinzas metálicas en un tendedero de ropa de firma. Todo creativo tiene su marca de agua.
El amplio libro, de más de quinientas páginas, cierra con un repertorio de hipotéticas historias, varias de ellas con el sabor de alguno de los relatos anteriores, por lo que he deducido que podría tratarse de borradores antiguos de un mismo proyecto.
Fragmento de la novela
"Moví los vasos y miré al joven que lucía unas alas en el pecho.
Ingenuo, atractivo, apasionado eran las palabras apropiadas para la nariz fuerte y roma, los labios gruesos y la mandíbula cuadrada, y los ojos orgullosos y muy abiertos. La señora Dreen lo habría devorado gustosamente, y volví a preguntarme si su hija era carnívora. Al menos la fotografía de Jack Rossiter era el único rastro masculino que había en su habitación. Los dos vasos podrían ser perfectamente de noches distintas. O de semanas separadas, a juzgar por el estado de la habitación. No es que no fuera una habitación atractiva. Era como una chica guapa desaliñada. Pero muy desaliñada.
Examinamos la habitación, los armarios, el cuarto de baño, y no encontramos nada importante, ya fuera positivo o negativo. Mientras avanzamos entre las prendas resplandecientes y desordenadas que Una se había quitado, me volví hacia la señora Dreen.
–Supongo que tendré que volver a Hollywood. Me sería de ayuda si me acompañara. Me sería de más ayuda si me dijera las personas a las que conocía su hija. O las que le caían bien; supongo que conocía a todo el mundo. Recuerde que usted misma ha insinuado que hay un hombre metido en esto.
–¿He de suponer que no ha encontrado nada?
–De una cosa estoy seguro. No se ha marchado intencionadamente por mucho tiempo. Sus artículos de tocador y sus pastillas todavía están en el cuarto de baño. Tiene toda una colección de pastillas.
–Sí, Una siempre ha sido una hipocondriaca. Además, se ha dejado la foto de Jack. Solo tiene esa porque es la que más le gusta.
–Eso no es tan concluyente –dije–. Supongo que no sabrá si falta un bañador.
–La verdad es que no lo sé, tenía tantos… Le quedaban estupendamente.
–¿Sigue hablando en pasado?
–Supongo que sí, como hipótesis. A menos que usted encuentre pruebas de lo contrario.
–No le gustaba mucho su hija, ¿verdad?
–No. No me gustaba su padre. Y ella era más guapa que yo.
–¿Pero no tan inteligente?
–¿Con tan mala leche, quiere decir? Tenía bastante mala leche. Pero sigo preocupada por Jack. Él la quería, a diferencia de mí.
El teléfono del salón empezó a sonar.
–Millicent Dreen –dijo ella al aparato–. Sí, léamelo. –Una pausa–. «Prepara la fiesta de bienvenida, enfría el champán, retira las sábanas y saca el camisón de seda negro. Llego mañana.» ¿Es correcto?
A continuación, dijo:
–Espere. Quiero mandar una respuesta. Al alférez Jack Rossiter, barco de guerra Guam, buque de escolta ciento setenta y tres, Estación Aeronaval, Alameda… ¿Es la dirección correcta del alférez Rossiter? El texto es el siguiente: «Querido Jack, reúnete conmigo en el piso de Hollywood. No hay nadie en la casa de la playa. Millicent». Repítalo, por favor… Exacto. Gracias.
Se volvió y se hundió en el sillón más cercano, sin olvidarse de colocar las piernas simétricamente.
–¿Así que Jack vuelve mañana? –dije–. Antes no tenía pruebas. Ahora sigo sin tener pruebas y tengo mañana como plazo.
Ella se inclinó hacia delante para mirarme.
–Me he estado preguntando hasta qué punto confiar en usted.
–No mucho. Pero no soy un chantajista. Tampoco un adivino, y es un poco difícil jugar al tenis con el hombre invisible.
–El hombre invisible no tiene nada que ver con esto. Lo llamé al ver que Una no volvía a casa. Poco antes de ir a su despacho.
–Está bien –dije–. Usted es la que quiere encontrar a Una. Ya me lo dirá. Mientras tanto, ¿a quién más ha llamado?
–A Hilda Karp, la mejor amiga de Una: su única amiga.
–¿Dónde puedo encontrarla?
–Está casada con Gray Karp, el agente. Viven en Beverly Hills.
Su casa, situada en lo alto de un césped ondulado, era enorme y modernamente grotesca: una misión española con un toque de paranoia. La habitación donde estuve esperando a la señora Karp era del tamaño de un pequeño granero y estaba llena de muebles azules. El bar tenía una barandilla de latón."
Obra de Kenneth Millar/ Ross McDonald
Novelas con Lew Archer
1. El blanco móvil – 1949. El blanco móvil / El blanco en movimiento: adaptada al cine como Harper, investigador privado, en 1966. Una nota curiosa sobre las novelas de Ross McDonal y su representativo detective privado, Lew Archer, adaptadas a la gran pantalla y protagonizadas por Paul Newman con el nombre de Lew Harper es la publicidad de la película: “Archer ha vuelto”.
2. The Drowning Pool – 1950. La piscina de los ahogados / La piscina mortal: adaptada al cine como Con el agua al cuello, en 1975)
3. La forma en que algunos mueren People Die – 1951
4. La mueca de marfil / La sonrisa de marfil - 1952
5. En busca de una víctima – 1954
6. Costa Bárbara – 1956
8. El caso Galton– 1959
9. La Wicherly – 1961
10. El coche fúnebre a rayas – 1962
11. El escalofrío – 1964
12. El otro lado del dólar – 1965
13. Dinero negro – 1966
14. El enemigo insólito – 1968
15. La mirada del adiós – 1969
17. La bella durmiente – 1973
18. El martillo azul – 1976
Relatos donde figura Lew Archer
1. Mi nombre es Archer (contiene 7 relatos) – 1955
3. El expediente Archer, Editorial roja&negra, Random House Mondadori, en 2010, versión de Ignacio Gómez Calvo. ISBN 978-84-397-2220-5. Donde aparecen, además de otra docena de cuentos inconclusos de Lew Archer, los relatos siguientes:
Ø En busca de la mujer
Ø Muerte en el agua
Ø La mujer barbuda
Ø Extraños en la ciudad
Ø Chica desaparecida
Ø La siniestra costumbre
Ø El suicidio
Ø Rubia culpable
Ø Empresa inútil
Ø El hombre enfadado
Ø Azul medianoche
Ø Perro dormido
Compilaciones del personaje de Lew Archer
2. Archer at Large - 1970
3. Archer in Jeopardy - 1979
4. La mirada del adiós, novela de la serie de Lew Archer, editada en 2009 por RBA
5. El martillo azul, también de la serie de Lew Archer, editada en 2008 por RBA
Obras diversas bajo el nombre de Kenneth Millar en las que no aparece Lew Archer
2. Trouble Follows Me (aka Night Train) – 1946
3. Blue City – 1947
4. The Three Roads – 1948
1. Te espero en la morgue – 1953
2. El caso Fergusson – 1960
Otis Redding - Hard To Handle