no disminuyó el amor
por la evidente ausencia de sufijos
no
quizá era sólo el devenir
de los tiempos
ese que no se ciñe al arnés
de dos mil y pico años
de contrición contra natura
no
y las tribus vuelven a ser nómadas
con la convicción
de astuta pertenencia
a este suelo que nos acoge
que no es mío
no es tuyo
y es de ambos a la vez
porque la dificultad de la ira
deviene de ese exceso de posesión:
ese miedo a morir inútilmente
como si la revelación de nuestros pasos
se moviese en paralelo a toda
rotación planetaria
no
volvemos a madrugar
entre opiniones y cafés
bien cargadas
bien cargados
y nos miramos incrédulos
porque nadie jamás
se atreverá a estirar su brazo
ofreciendo una mano
condescendiente
amiga altruista
del nido del olvido
para así cerrar
de una vez
y para la eternidad
el círculo humano
y sus consecuencias
o no
José Yebra,
de Sedentarismo aplicado
(Suburbia Ediciones, 2019)