se nos van yendo, poco a poco y sin apenas darnos cuenta, como llaneros solitarios, los mejores cerebros de nuestra generación, los que parecía que nunca se iban a morir, carne de nuestra carne y sangre de nuestra sangre, flor pura de santidad, nuestros referentes e iconos y maestros antiguos, mismos colores y banderas y semejante pasión, como ángeles o nigromantes nos dicen adiós, y nosotros, los que quedamos, los que seguimos, los que aún estamos, cruzando los dedos, brindamos por ellos también...
suyo será
el reino de los cielos
Vicente Muñoz Álvarez