Aquel frío día de noviembre de 1963 el mundo iba a cambiar para siempre. John Fitzgerald Kennedy, trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos de América, apenas llevaba un par de años en el cargo cuando una bala atravesó su cabeza mientras viajaba en un precioso descapotable por las calles de una bulliciosa Dallas que parecía encantada con la visita del mandamás norteamericano. Alguien disparó con un rifle de francotirador desde una de las ventanas de los edificios colindantes… o eso parecía, al menos. Son muchas las dudas y los misterios que encierra el que seguramente pueda ser considerado como el más importante magnicidio del siglo XX.
Aquél día la historia de Estados Unidos cambió para siempre, y con ella, también la del mundo. El presidente había llegado un par de años antes a la Casa Blanca, en 1961, trayendo una nueva ola de positividad, un cambio importante con respecto a sus antecesores. Parecía dispuesto a acabar con diferentes lacras que habían sumido a Estados Unidos en la corrupción y que mantenían al país en el miedo. Sin embargo, no podría llevar a cabo todo lo que habría querido hacer, porque esa bala acabó con su vida y con el sueño de muchos norteamericanos. Luego llegaría Nixon, Vietnam… y como se suele decir, el resto es historia. Pero todavía hay mucho que investigar sobre aquel asesinato que a día de hoy, sigue generando mucho interés y diversas teorías.
La visita del presidente a Dallas
Aquella mañana, el presidente decidió volar a Dallas, donde tendría lugar un encuentro con numerosas asociaciones. Tras aterrizar en el aeropuerto, a eso de las 11:40, la comitiva presidencial se marcha hacia la ciudad en un Linconl descapotable en el que viajan el gobernador de Texas y su señora, junto con John F. Kennedy y Jacqueline Kennedy. El coche es conducido por un agente de seguridad, y a su lado, en el asiento del copiloto, hay otro agente de seguridad velando por el presidente y el resto de la comitiva. Durante más de media hora, el coche paseo por las calles de Dallas, parándose a veces para que el presidente pudiera saludar a la muchedumbre que se había agolpado para verle.
Cómo fue el homicidio
Aproximadamente a las 12:30 horas el descapotable se interna en la Plaza Dealey a una velocidad reducida de poco más de 50 km/h. Allí pasa justo al lado del Almacén de Libros de Texto de Texas, el edificio desde donde supuestamente se realizaron los disparos. El primero de ellos, de hecho, no llegó a impactar en el coche, sino en la acera. El segundo sí que impacta sobre el presidente, siendo el tercero y último de ellos el más certero, ya que acaba alojado en su cabeza, matándolo seguramente en el acto. Mientras cae hacia un lado, ya sin vida, su horrorizada esposa escapa con la ayuda de un guardaespaldas, aunque no parecía ser el objetivo de los disparos, que cesaron al instante.
Lee Harvey Oswald
Desde el momento del magnicidio, las fuerzas de seguridad estadounidenses entienden como absoluta prioridad el encontrar a la persona responsable de los disparos. Nada más escucharlos, un policía de Dallas accedió al edificio del Texas Teacher Booik Depository, ya que pensó que era desde allí donde se había producido el tiroteo. Al subir varias plantas solo encontró a un tipo, que parecía estar algo nervioso. Era Lee Harley Oswald. Aunque trato de retenerle, su jefe le dijo que trabajaba allí, así que el policía le dejó marchar. En su camino a casa, sin embargo, mató a otro policía y al ser arrestado por ello, en la comisaría se dieron cuenta de que tenían al primer sospechoso del asesinato de Kennedy.
El asesinato de Oswald
Tras encontrarse huellas de Oswald en el fusil del que salieron los disparos, se le acusa formalmente de asesinato y se le encarcela. Solo dos días después, la policía decide trasladar al preso a otro lugar. Entre una marabunta de medios de comunicación que se agolpan a la salida de la cárcel para grabar al asesino aparece Jack Ruby, un empresario nocturno relacionado con la mafia en Chicago, y descerraja un tiro en el abdomen a Oswald, hiriéndolo de muerte. De hecho, el supuesto asesino de Kennedy moriría apenas unas horas después en el hospital, sin haber sido siquiera juzgado, y siendo en aquel momento el hombre más odiado de América.
Teorías de la conspiración
Las extrañas coincidencias que rodearon la muerte y el propio caso de JFK han dado lugar a numerosas teorías de la conspiración en estas décadas. Desde aquellos que piensan que Oswald no era más que un simple chivo expiatorio para cargarle a alguien la culpa del asesinato del presidente, hasta los que creen que la propia mafia de Chicago estaba detrás del atentado, y por eso Ruby mató a Oswald dos días después del asesinato del presidente, para que no largara más de la cuenta. La extraña trayectoria de la primera y la segunda bala, el hecho de detener a un tipo que era aparentemente un muy mal tirador, pero que había realizado al menos dos disparos certeros, la popularidad que estaba consiguiendo JFK en aquellos días… Todo ha dado pie a muchas conjeturas que todavía a día de hoy siguen intrigando a cualquier que se acerca a este misterioso asesinato.
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