Siempre he defendido, y escrito, que Vicente Muñoz Álvarez es de naturaleza poliédrica. Su vida es sede de una variedad amplia de universos de los que él ha ido extrayendo suficientes paisajes para trazar y subrayar esa literatura emocional que tan bien le enmarca. No se rinde ante cualquier propósito y ahí le tenéis, intrépido y osado, trascendiendo las fronteras del género para construir un mundo propio que asoma en cada de sus miles de páginas, las escritas, las que ya asoman y las que vendrán. Me resisto a ponerle una etiqueta. De nada sirven cuando se trata de Vicente y de sus horizontes. Por eso, ante la publicación de Películas que erizan la piel, la tercera entrega de la Trilogía Cult Movies –una serie de retratos personales de algunas de las películas que han obrado mayor efecto sensitivo y pasional en su propia realidad y fecundan una vez más la importancia de la propia experiencia en su literatura–, desvela la capacidad de Vicente Muñoz para atrapar instantes de sí mismo y engrandecerlos sobre un papel del que, en su caso, siempre andan desterrados la vacuedad y el fuego artificial. En esas películas que reseña nuestro amigo se encierran tonalidades de vida y el libro observa una capacidad especial para corearlas y empujarlas hacia nuestras almas.
Los cuentos de hadas no se resisten a su propia paradoja. Destinados sobre todo a un público infantil, encierran algunos de los mayores horrores que la literatura ha descrito. Los padres de Hansel y Gretel abandonándolos en el bosque, esos lobos que coronan su leyenda gracias a sus dientes afilados, la cabra montesina de mi infancia cuya voz, nacida de un vinilo rayado, servía de preludio al banquete que ella se iba a propinar en castigo por haber sobrepasado una simple línea, esa pequeña cerillera a la que Andersen condena… Yo crecí en ese mundo de terror en el que destacaba y aún destaca, para mi asombro e inquietud, aquel flautista de Hamelín que raptaba a todo un grupo de niños por despecho. Y de repente me doy cuenta de que Vicente Muñoz Álvarez nos ha arrastrado a todos aquí cautivados por su seductora sonrisa y una personalidad rotunda. Tengo la impresión de que pronto cerrará la puerta, apagará la luz y… ya nadie sabrá más de nosotros.
Emilio López Castellanos,
en la presentación de Películas que erizan la piel en León
(Gran Café, 23-5-19)