Qué tarde tan larga esta
hecha de retales de polvo,
aire desplomado
y voces de la calle.
Hasta que la sombra crece
tras los cristales y el mundo
va quedando en silencio.
Y siento que ya queda menos.
En el aire del pasillo que se inflama
como en Bécquer cuando llegas,
oscuro y taciturno, con el peso
de otro largo día sobre tus alas.
En las hojas de papel
que crepitan y sueñan mundos
(pantalanes, campings, moteles)
de bruma y humo, bajo tu puño.
En el oleaje de las sábanas
que te aguardan impacientes,
y nos mecen o se orillan
(según toque) alborozadas.
En esta Resurrección de las cosas,
de la casa que se anima,
de la carne dormida que, al verte,
se aviva y te llama y recuerda
que tiene hambre.
Ballerina Vargas Tinajero