Te vengo persiguiendo como un perro
desde el día en que me puse,
embrujado, el collar que me ofreciste.
Eso cambió el sortilegio.
Y mi suerte.
Un perro encantado siguiendo
a un perro durmiente
dónde va a llegar.
Dando vueltas y vueltas,
nervioso, mordiéndose el rabo.
Ladrando y a veces mordiendo
por que el otro despierte.
Y devuelva el bocado.
Y vuelta a empezar.
Maya Mukti