El caníbal se ha despertado hambriento,
pero piensa en el rechazo que produce
su insólita apetencia.
Y se promete cambiar sus costumbres,
domar su naturaleza.
Sería más sutil devorar almas, pensamientos…
Saborear las debilidades de sus contrincantes
y husmear en sus miedos.
Pasaría desapercibido entre la multitud de vampiros
que comparten nuestros sofás, nuestros lechos,
nuestros puestos de trabajo,
nuestra sabrosa o insulsa existencia.
Despertaría sin ardor de estómago
y su colesterol se mantendría a raya.
Solo se dispararían
los indicadores que revelan
la más absoluta confusión.
pero piensa en el rechazo que produce
su insólita apetencia.
Y se promete cambiar sus costumbres,
domar su naturaleza.
Sería más sutil devorar almas, pensamientos…
Saborear las debilidades de sus contrincantes
y husmear en sus miedos.
Pasaría desapercibido entre la multitud de vampiros
que comparten nuestros sofás, nuestros lechos,
nuestros puestos de trabajo,
nuestra sabrosa o insulsa existencia.
Despertaría sin ardor de estómago
y su colesterol se mantendría a raya.
Solo se dispararían
los indicadores que revelan
la más absoluta confusión.
Julia Navas Moreno