como una piedra pómez flotando en el mar, así me siento y encuentro estos días, piedra porque resisto, no sé cómo, el desgaste y la erosión, y pómez porque lo absorbo todo a la vez, pura dureza pero aún demasiado poro en las venas, a ver cómo concilio eso, como un viejo lobo que flota contra vientos y mares y va a la deriva a la vez, como un torbellino todo estos días de ruta, hierro`puro ya y fragilidad total a la vez... la crisis, las tiendas, las elecciones, la ruina, la debacle, el naufragio... y las enfermedades, la náusea, la juventud y la vejez, visto y no visto, el huracán y la furia, los hoteles y menús baratos, clientes que cierran, que no pagan, que no pueden, pueblos despoblados, el incendio, el horror, el horror... eso diría el bueno de Conrad y eso pienso yo también, el horror, pero al mismo tiempo el amor, que todo lo salva y redime, el amor, me repito, y qué complejo equilibrio de hundimientos y calmas, de supervivencia y corazón a la vez, y la nave, mi nave, como la vuestra, que hacia el centro de la tormenta va...
Vicente Muñoz Álvarez