Después de años visitando bibliotecas de Madrid, se podría escribir una tesis de cada una de ellas. Hay bibliotecas como colores en el mundo, y más si nos detenemos en aspectos como la accesibilidad, la comodidad, los bibiotecarios o el fondo de libros que hay. Con todo el cariño, he querido mostrar mis fobias y filias con las bibliotecas, así que que ningún bibliotecario se sienta ofendido. Me he detenido más, claro está, en la biblioteca de mi distrito, que es la que más satisfacciones me ha dado, o como dijo Jorge Luis Borges: «Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca», y yo lo encontré.
Lo que me gusta de las bibliotecas
- Que los libros sean gratis. A veces me asombra el solo pensamiento de darme cuenta de que todo lo que leo es gratis. De hecho, por falta de espacio, he ido más veces a una biblioteca que a una librería. De cualquier manera, no entiendo a la gente que se queja de los precios del libro y por eso no lee, y cuando pregunto: «¿Sabes que los libros son gratis en la biblioteca?», me saltan con un: «Ayns, es que a mí me gusta tenerlos". Mi cara de hastío es un poema.
- Que puedes encontrar cualquier libro por raro que sea. De hecho, casi todos los libros (por no decir todos) de la carrera los encontré en mi biblioteca. También descubres libros porque están al lado de otros libros que te interesan, editoriales nuevas, títulos curiosos, etc.
- El espacio de intercambio que se respira allí con todos los talleres y cursos que organizan de índole cultural. Da gusto ir y pararse en los carteles y anuncios, sueles encontrar algún curso que se ajusta a lo que estás buscando: talleres de escritura, de cine, o un curso de ruso, como fue mi caso.
- Que puedas coger 6 libros de una vez (aunque depende de las bibliotecas). Lo más probable es que no te lo puedas leer, pero, ¿y la ilusión que te hace? Por cierto, me viene a la memoria cuando salió el e-book y los vaticinios auguraban que el libro iba a desaparecer en unos años y un montón de simplezas catastrófistas por el estilo. Hubo gente que en un afán por usar su libro digital, se llegaban a descargar 20, 30 o 50 libros (ya del tema de la piratería no hablo). Lo mejor es que de esos 50, llegaban a leer 2. Todo muy coherente.
- La sección de Novedades. Cierto es que hay libros que aparecen como novedad en la estantería de Novedades un año después de haberse publicado, pero verlo tan nuevecito te dan pagas de comértelo con papas. A todas las bibliotecas a las que he ido, la estantería de Novedades luce lustrosa. Son títulos variados y de las príncipes editoriales españolas.
- Que puedas caminar por los pasillos durante largos minutos u horas buscando autores, cotilleando editoriales, leyendo títulos atractivos. El tiempo que pasas allí deja de existir. ¿Tu objetivo? Toquetear todo libro que merezca la pena.
Lo que no me gusta de las bibliotecas
- Que no sean espacios ergonómicos. En muchas bibliotecas, los espacios cómodos brillan por su ausencia, tales como sofás o butacas confortables donde puedas estar allí toda la tarde y parte del día. Las lamparitas verdes son muy monas, pero también las butacas. Algunas sí lo tienen, pero creo que tendría que ser obligatorio en todas.
- Que gran parte de las bibliotecas estén pensadas para el estudiante y no para el lector. Hay un espacio muy amplio de mesas para el estudio, y un espacio muy reducido para el lector que va allí a leer los libros de la biblioteca. Es cierto que hay un espacio para leer la prensa, pero en mi biblioteca me tendría que bajar el libro (ya que las novelas están en la primera planta) hasta la planta baja para poder estar en ese aula solo destinada a los periódicos. Esto ocurriría sobre todo en el periodo de 24 horas, donde la biblioteca está abierta por exámenes y todo se llena de manera descomunal. Vamos, ni se me ocurre ir allí y sentarme a la mesa con un libro de McEwan. Demasiada osadía.
- Que no haya guardarropas nada más entrar, o taquillas. Si vas en hora punta (esto quieres decir que sea el 24 horas de los estudiantes) y está todo tan lleno que no puedes ni dejar el abrigo en una silla, te mueres de calor, te agobies y solo quieres salir huyendo de allí. Y lo mismo cuando llueve y no sabes qué hacer con tu paraguas. Si lo dejas en el cubo de la entrada, te arriesgas a que desaparezca, lo destruyan o el resto de varillas impidan sacarlo de por vida.
- Que los bibliotecarios parece que no se han leído un libro en su vida, y si les preguntas por uno te miran con cara de mojo picón. Me ha pasado en más de una ocasión (y lo de que les veas jugar al Solitario ya es otra cuestión), por fortuna no muchas. Vamos, que parece que están rodeados de verduras ecológicas, en vez de por libros.
- Ver solo a jubilados y estudiantes, ¿acaso la gente joven entre 20 y 50 no lee? Lo cierto es que un niño puede ser un gran lector, pero llega a la adolescencia y se acabaron las novelas. Entra en otra etapa donde la lectura puede brillar por su ausencia. Son pocos los que sobreviven.
- Que no haya máquinas para poder tomarnos un té o un café a gusto mientras nos leemos un libro. Y lo mismo con las máquinas expendedoras de material tipo: bolis, folios, etc., que falta te pueden hacer en un determinado momento.
Las bibliotecas son un tesoro que debemos preservar y difundir. Los bibliotecarios hacen nuestra vida lectora mejor cuando vamos a la biblioteca. Seguro que si eres un asiduo a las bibliotecas, te habrás fijado en todos estos aspectos. ¿Con cuál te quedas de todos ellos?, ¿podrías aportar alguno más? El paraíso está en la ciudad, vayamos a visitarlo. Merece la pena.