TRAVESÍA según LUIS SÁNCHEZ MARTÍN



En ‘Travesía’, Vicente Muñoz mira hacia el pasado, o hacia el mismo presente, desde un instante en el que el tiempo —pero no el movimiento— se detiene. Se pregunta el autor desde ese punto por el posible acierto, o no, en los caminos tomados, y por el ‘que hubiera sido si…’ de los caminos obviados. Respuestas que generan nuevas preguntas, y nuevas preguntas, a su vez, que surgen dentro de las mismas respuestas.

Tiene un lugar destacado en este periplo literario (y literal, sentimos al autor en constante movimiento) la crisis. Una crisis de raíz económica que por inercia se acaba tornando social y personal: negocios que cierran, otros que sobreviven a duras penas después de años de lucha y la repercusión obvia de estos hechos en los afectados. Unas crisis que el autor vive de primera mano y de las que escapa al acabar cada campaña para refugiarse en sus paseos y la escritura.

Vive el autor con el constante anhelo de despertar en una época distinta a la que le ha tocado en suerte vivir, de alguien que usa la pasión como antídoto contra la apatía del rebaño, y la escritura (¿don o maldición?, se pregunta el autor constantemente) como herramienta de esta pasión.

‘Travesía’ es el diario, no necesariamente cronológico, de un alma desnortada que carga un pesado lastre, del niño que fue ‘el raro’ de la clase y lo sigue siendo ya cumplidos los 50, una edad, un umbral, tras el que esperaba encontrar cierta serenidad y armonía, pero se topa con la incertidumbre y el vértigo, vértigo que debe combatir con su propio equilibrio («cuando llegues a la cima de la montaña, sigue subiendo»). 

Una lectura muy recomendable, al igual que ‘Regresiones’, del mismo autor, de la que pronto hablaré también.



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