Muñoz, retratado en Casa Benito, presenta esta noche su nuevo título en el Gran Café. DEMIAN ORTIZ
Vicente Muñoz, escritor:
«Mis libros son un examen de conciencia»
Lugar: El Gran Café / Hora: 21.00.
Diario de León / E. GANCEDO
Descendió a los abismos sujeto del fino cordel del verso en su estremecedor Del fondo, nos descubrió películas dignas de figurar en la videoteca del infierno con Cult Movies (I y II), invitó al lector a conocer un León más nocturno, libre, apasionado (y perdido) en Regresiones, y sigue editando ese objeto con aspecto de fanzine y alma de monstruo de feria que es Vinalia Trippers. Vicente Muñoz Álvarez, un nombre clave en el activismo cultural leonés y referente del underground de calado, presenta hoy en el Gran Café su nueva obra, Travesía (Chamán Ediciones), acompañado por Fátima Ramos, de Leotopía. Muñoz Álvarez es dueño de una muy extensa y compleja creación literaria, que abarca nueve poemarios, algunos espléndidamente ilustrados, otros tantos de narrativa, tres ensayos y una veintena de antologías, tanto seleccionadas por él como en calidad de participante. En Travesía, este autor cautivado por lo freak, lo oculto, lo distinto y lo que pone a prueba la seguridad de la luz del sol, ha decidido embarcar al lector en un viaje paradójico y letraherido, una expedición sin destino conocido.
—¿Hacia dónde le está conduciendo esta ‘Travesía’? ¿De dónde ha partido y qué dirección (y qué desvíos) tiene?
—Espero que hacia otras rutas y libros, pero en principio hacia la conclusión de esta trilogía autobiográfica, La llama encendida, que inicié con Días de ruta (2014), he continuado con este segundo volumen, Travesía, y espero concluir con un tercero algún día. Me interesaba hablar en ella, especialmente, de los dos ejes laborales sobre los que gira mi vida, el de representante de calzado, por un lado, que es el que me da comer, y el de la escritura, por otro, que es el que me realiza, ambos totalmente antagónicos. Hablar de la dialéctica y el contraste entre uno y otro, el mundo del mercado y del capitalismo llevado hasta sus últimos extremos en esta crisis permanente que nos asola, y el de la ensoñación e introspección de la escritura, en las antípodas del anterior. Y de paso, que es lo que realmente me interesaba, hablar del mundo y del tiempo que me ha tocado vivir y de cómo se refleja la sociedad en mi propia experiencia, que es el objetivo fundamental de mi escritura.
—¿Qué guías de viaje y qué compañeros, qué otros autores, le van ayudando o aconsejando en el periplo?
—Soy un lector empedernido desde que tengo uso de razón y mi bagaje de lecturas e influencias es muy amplio y variado, pero en Travesía en concreto creo que las más presentes y reconocibles podrían ser Jack Kerouac y los demás autores beat, básicos en mi formación. Por dar solo unos cuantos nombres, citar a Thomas Bernhard, siempre presente en mi obra, Henry Miller y Louis Ferdinand Céline, para mí dos de los mejores escritores del pasado siglo, y Carlos Castaneda, otra de mis influencias imprescindibles. De un modo u otro, todos planean sobre las páginas de este libro.
—¿Para qué tipo de viajero/lector está pensado este itinerario literario?
—Para aquellos que disfruten de la literatura autobiográfica y confesional, en principio, y que busquen en la literatura respuestas a los muchos interrogantes de estar vivo. Mi literatura, y más la de esta trilogía, no es de mera evasión, sino de búsqueda y examen de conciencia, y aspira, de una u otra manera, a transformar al lector, hacerle ver otras realidades y puntos de vista, y ello exige que se involucre en sus claves, se haga preguntas y encuentre, le satisfagan o no, ciertas respuestas.
—Los lectores, ¿encontrarán en ‘Travesía’ destinos concretos o más bien callejones sin salida, carreteras que conducen al precipicio?
—Ambas cosas a la vez. Destinos concretos sí, unos cuantos con nombre y apellidos, pero también precipicios y callejones sin salida, qué duda cabe. O dicho de otra manera: cimas y abismos, bosques y cuevas, túneles y fronteras, islas y ríos, puentes y desvíos, lluvia y cobijo, rosas y espinas, sonrisas y lágrimas, polvo y ceniza, comienzo y fin... La cara y la cruz, en suma, de la misma travesía.
—¿Qué es para usted el viaje? ¿Se parece un poco a su concepción de la literatura?
—Literariamente hablando, un camino hacia la autorrealización y la iluminación personal, al fondo y la esencia de nosotros mismos, nos lleve hacia donde nos lleve. Eso es para mí el viaje, o mejor dicho, la meta y el fin de cualquier viaje, y eso es para mí también la literatura.