La llamada Generación del 98 es un referente para mí. A pesar de lo controvertido del término, engloba a una serie de escritores y ensayistas nacidos entre 1864 y 1876, marcados por la crisis moral, política y social desencadenada en España por la derrota militar en la guerra con Estados Unidos y la pérdida de las últimas colonias (Puerto Rico, Guam, Cuba y Filipinas) en 1898. Baroja, Valle-Inclán, los Machado, Juan Ramón y, claro está, Unamuno entre otros tantos, son nombres de cuyas obras no me gusta alejarme. Por eso me ha hecho especialmente ilusión ver compilados los cuentos completos del bilbaíno Miguel de Unamuno. Os comparto el enlace de mi crítica para Culturamas. Para los más remolones os la dejo aquí y espero que os acerquéis a cualquiera de las obras de Don Miguel como Niebla, San Manuel Bueno, mártir, o La tía Tula.
Los cuentos de Unamuno no acostumbran a indicarse dentro de sus obras debido a su dispersión y dificultad de datación, por lo que esta recopilación de sus cuentos en Páginas de Espuma, cuya edición es de J. Óscar Carracosa Tinoco, se había vuelto necesaria.
Cierto es que los cuentos, por lo general, son considerados como obras menores y, en el caso de Unamuno, tan asistemáticos como el resto de su producción pero, como él mismo explica, algunos son el germen de una novela, es decir, pone un huevo y lo empolla hasta que surge un cuento largo o una novela corta que lo convierten en un escritor ovíparo, dada su propia clasificación dentro de la composición. Precisamente, su gusto por “hablar cosas del oficio” de la escritura, es una de las cuestiones por las que defiendo la lectura de don Miguel, aunque confieso que el 98 es una predilección personal. Dudo que España haya salido del marasmo que veían aquellas grandes mentes ni que la masa, que Unamuno se afanaba por educar, haya cambiado en exceso. Si España es un país de garrulos no es cuestión que venga aquí al caso, sino comprobar la vigencia de su pensamiento tanto filosófico como estético (salvo alguna cosa) y descubrir temas como el suicidio, la ignorancia, las tradiciones, casi siempre hechas para romperse, o el amor. Hay mucho amor en estas páginas, muchas veces trágico pero verdadero, pues la rectitud moral de su pensamiento no le permitía aceptar las manipulaciones rastreras. También estos cuentos son costumbristas. Especialmente interesante es caminar por su (mi) adorado Bilbao y descubrir sus calles y sus gentes. Y muerte, también hay muerte entendida como desnacer.
En esta compilación no encontraremos siempre cuentos del modo en que entendemos los relatos ahora, que, en muchas ocasiones, adolecen de una flagrante falta de originalidad estética y parecen meras copias unos de otros. Son los textos que nacen de dentro, que se han ido haciendo a medida que lo ha hecho su pensamiento, en los que vemos sus obsesiones, su preocupación política o el desarrollo de sus ideas referentes a la literatura. Son la génesis de sus obras maestras y que son, por eso mismo, un soplo de aire fresco. No procede aquí hablar de conceptos narratológicos para hacer sesudos análisis teórico-literarios. Lo que debemos hacer al acercarnos a esta compilación es leer desde lo que supone ser un verdadero escritor que habla desde su propia verdad, que expresa su pensamiento, que nos explica los procesos de escritura y donde palpamos la coherencia de su filosofía, en ningún caso, trasnochada en nuestra opinión, sino más bien plenamente vigente.
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