Qué importa si mis palabras son
claras u oscuras. Qué importa
si doy nombres o no los doy.
Qué importa si soy uno, dos
tres o cuatro. Son los espejos
los que resuelven ecuaciones,
los que reflejan fantasmas
y ovejas descarriadas, como yo.
Volveré a leer, a mirarme a mí mismo
de vez en cuando, a humillarme
tan frágil, tan pequeño,
ya envuelto en todas vuestras mentiras.
La única verdad falló en una fácil aventura
donde yo, huérfano de mundo,
perdí la estrella que había heredado.
claras u oscuras. Qué importa
si doy nombres o no los doy.
Qué importa si soy uno, dos
tres o cuatro. Son los espejos
los que resuelven ecuaciones,
los que reflejan fantasmas
y ovejas descarriadas, como yo.
Volveré a leer, a mirarme a mí mismo
de vez en cuando, a humillarme
tan frágil, tan pequeño,
ya envuelto en todas vuestras mentiras.
La única verdad falló en una fácil aventura
donde yo, huérfano de mundo,
perdí la estrella que había heredado.
Ramón Guerrero