porque me llega la hora de vender zapatos y tengo que traer leña para el invierno y no me toca la primitiva y mis cuentas están ya en números rojos y la literatura, la mía al menos, no da ni para merendar, qué dolor qué dolor qué pena... esa, Mambrú, es la absurda e irritante melodía que escucho invariable desde hace más de dos décadas al irme a la guerra, Mambrú, que no sé ni entiendo por qué, sin que yo la pinche ni quiera, subconsciente y como una condena (ni las de Sabina me sentarían peor), mis neuronas reproducen en el gramófono de mi cabeza... adiós a las mañanas sosegadas de escritura en mi despacho y a los largos paseos en bici por la orilla del río y a las tardes de películas de terror y lectura en la terraza y a mi musa de ojos verdes y al mar, adiós... poesía y zapatos, los dos ejes sobre los que gira mi vida, entre ambos frentes me debato, ya vendrá luego la ensoñación...
Vicente Muñoz Álvarez