Ha habido entre Andrés y yo, la verdad, una simbiosis perfecta, muy de Cronenberg, pura Carne Nueva. Nada más y nada menos que 75 ilustraciones a doble página, una por cada poema, que plasman magistralmente el descenso a los infiernos y el universo claustrofóbico y espeluznante del libro, hasta el punto de, como bien se plantea Pablo Malmierca en el epílogo, no saber qué ha sido primero, si el texto o la imagen, y viceversa.
Durante más de un año fui recibiendo cada semana una o varias ilustraciones por messenger y viendo en lo que se iba poco a poco convirtiendo el libro, una Obra de Arte (en mayúsculas).
Un trabajo impresionante y aterrador, el de Andrés, sin duda, y un proceso creativo a dos bandas de lo más enriquecedor.