Así que esto era.
Despertar, sin sentir el peso
de mi pecho furioso hundido
en años de tristeza; amanecer
mecida por el roce de tu brazo
en mi cadera.
Volver hacia el tuyo el rostro cansado
de huir, y atreverme a mirarme y verme
en tus ojos riendo desmayada,
casi difunta,
de tanta vida de golpe.
Que descubras belleza
en el fondo de mis lodos.
Tu mano sonámbula buscando la mía,
no encontrar ya lejos de ti reposo.
Mi foto en tu salón,
el sofá cama compartido,
un espejo un poco más bajo.
Sentir que un cielo en la lumbre
de un cigarro a oscuras cabe.
Respirar el aire viciado de tu cuello,
probar tu piel dormida y saberlo.
Sí, es esto.
Ballerina Vargas Tinajero