Francisco Javier Irazoki: Ciento noventa espejos.
Hiperión.
Noventa y cinco textos de ciento noventa palabras cada uno + un prólogo de idéntica extensión = Ciento noventa y dos páginas de tránsito poético.
De tránsito poético sujeto a lo real. Espacio de sobra para hablar de música, cine, pintura, fotografía, cafés, ciudades. Del habitar extranjero. De ideas e ideologías. De ética y amigos. De literatura por encima de todo.
«El escritor es un fabricante de sillas verbales», comenta Irazoki. El autor agradece al azar «haber nacido en una familia humilde» y cada texto es prueba de ese quehacer modesto y artesano. La palabra se ajusta y se pule, no se engrandece.
Francisco Javier, nombre compuesto, me lleva a Miguel Ángel y al misterio de la belleza oculta en la armonía de las partes. La armonía que aquí alumbra un todo audible, visible, palpable casi.
A la vida nos adherimos con una fuerza inquebrantable, gravitatoria, con un apego en forma de ley física. Irazoki propone celebrarla. «Cuidar las cosas sin poseerlas. Envejecer sentado en un refugio de preguntas. No ser el bufón de la propia conciencia».
Recurro a la fórmula fácil (imitamos lo que admiramos): sumar ciento noventa palabras.
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* Francisco Javier Irazoki (1954) nació en Lesaka, Navarra. Reside en París. Es autor de una amplia y variada obra literaria. Aquí pueden consultarla: http://franciscojavierirazoki.com/. Trabajó como periodista musical en Madrid. Entre 2009 y 2013 se hizo cargo de la columna Radio París en El Cultural, suplemento de El Mundo. Desde 2013 es crítico de poesía en dicho diario.