Un libro que se titula Stoner ya sabes que te va a contar la vida de un tipo que se llama Stoner. Y, una de dos, o puede ser una castaña pilonga o elevarte a los cielos literarios. Sí, me ha pasado lo segundo. Stoner representa la prosa de la sabiduría compositiva. Un lujo para el lector. Te cuenta la vida de Willian Stoner, criado en una granja de manera humilde. Por influencia de sus padres, va a la universidad de Misuri a estudiar Agricultura, así, podrá aprender técnicas nuevas para ayudarles en la granja. Sin embargo, su camino pronto se desvincula del paterno y decide inclinarse por la literatura, casi como una relevación, hasta convertirse en profesor de universidad.
El señor Shakespeare le habla através de 300 años, señor Stoner,¿le escucha?
El abanico de emociones que una siente al conocer a Stoner es amplio. Tienes ganas de amarle y pegarle por partes iguales. En ocasiones es demasiado estático y abúlico ante ciertas circunstancias de la vida, tanto que te dan ganas de traspasar las letras y darle unas cuantas tortas para que espabile. No reacciona, se deja llevar por las circunstancias. Y esto ocurre en todas las etapas de su vida, donde los personajes no se muestran felices ni cuando se enamoran. No es una novela de altos y bajos, es plana, como las emociones que nos transmite. Es plana cuando se enamora de Edith Bostwick, es plana cuando nace su hija Grace, inclusive cuando tiene una aventura con su alumna Katherine Driscoll. Stoner es pasivo, indiferente, sensible, abandonado de sí mismo, y todo ello revuelve al lector colérico, ansioso de que cada uno obtenga su merecido, ávido de ver personajes cayendo como torres de ajedrez. Todo ello, siento decirlo, representa la historia de un fracaso.
La relación con su mujer es desastrosa y la desidia matrimonial pronto aparece en sus vidas, aunque todo hay que decirlo, si hubiera tenido una recortada en mis manos, poco hubiera durado ese personaje. La relación con su hija, criada con una madre poco maternal, se trunca rápidamente, y lo mismo ocurre con ciertos compañeros de universidad. Stoner acepta cada situación que le ocurre. Y en esa aceptación reside la ansiedad del lector.
Stoner es una novela muy bien hilvanada, con un lengua llano y una prosodia larga. Trata los temas del matrimonio «feliz», la hija alcohólica, el acoso laboral o la amante. Nos encontramos ante tragedias sin fuegos artificiales. En todo ello descubres dos mitades claramente diferenciadas. La primera habla de su mujer, en la segunda nos acerca al marco universitario laboral. Y en ambas no pasa gran cosa, es la vida de un hombre contada por un escritor que, al igual que el comediante griego Aristófanes, este también escribe mofándose de su propia sociedad, una sociedad que nunca se da por aludida.
Dentro de la inacción, el protagonista solo apuesta por dos pasiones: el trabajo y el amor detrás de un prisma que se mueve de manera bidireccional entre el campo y la universidad. Lo que gusta realmente, para los adictos a la lectura, es la pasión de Stoner por la lectura, y que de eso conforme su vida, una vida que el escritor conoce a la perfección, ya que él también fue profesor de universidad.
Es una novela que me recuerda a Bartleby por su dejadez ante la vida, aunque no hay que perder de vista esas otras lecturas de campus o universidad como El mundo es un pañuelo o Intercambios, de David Lodge. La universidad representa un microcosmos perfecto de la condición humana, aparentemente es gente civilizada que aborda las cuestiones de lo políticamente correcto, pero nada más lejos de la realidad. Es un mundo hostil donde a la mínima pueden ponerte la zancadilla. Aunque también es verdad que el libro defiende a la vez este ambiente con un único superviviente: el amor hacia la literatura.
Stoner apareció en el año 1965 y se vendieron solo 2000 copias. Esto en Estados Unidos es sinónimo de tragedia, y más si el editor de Williams opinaba no tener fe en la novela pocos días antes de salir al mercado. Lo curioso es que New York Review of Books la reeditó en el año 1995, y más tarde se editó en París en la editorial Le Dilettante. En cuestión de diez años, alcanzó la fama de una manera brutal. En España ha sido editada por la editorial tinerfeña Libros al sol, y en catalán por La Butxaca.
Stoner es una historia donde la felicidad no existe, no hay venganzas, no hay nada edulcorado. Los hechos se muestran sin trampa ni cartón. Y como tal, me confieso, Stoner, pese a ser un hombre gris, a mí me ha seducido. Tom Hanks ya lo dijo: «Se trata simplemente de una novela sobre un tipo que va a la universidad y se convierte en un maestro. Pero es una de las cosas más fascinantes que jamás he encontrado». Ojalá los hombres malos fueran como Stoner. El mundo sería mejor.
Y vosotros, ¿habéis leído alguna novela que aborde el tema universitario?
John Edward Williams (Texas 1922- Arkansas 1994. Dejó la facultad tras un primer año de suspensos y trabajó en periódicos y emisoras locales durante meses hasta alistarse en el ejército en 1942. Fue enviado a India y allí empezó a elaborar su primera novela. Nothing But the Night se publicó en 1948 y un año después se atrevió con un poemario, The Broken Landscape: Poems. Ambas publicaciones vieron la luz mientras retomaba sus estudios superiores en la Universidad de Denver. En esta misma universidad dio clases desde 1955 hasta su jubilación, en 1985. Su segunda novela, Butcher’s Crossing llegó más de una década después, en 1960, pero el verdadero éxito le llegaría con sus dos últimas obras, Stoner (1965) y El hijo de César (1972). Por esta última se hizo con el National Book Award en 1972. Williams ya trabajaba en su quinta novela (The Sleep of Reason) cuando murió por un fallo respiratorio en 1994 (fuente: Lecturalia).