"Pero este valle es una esperanza
de comenzar de nuevo sin tener primero que morir
de amar sin olvidar el otro amor,
o ser como la brisa
que ahora lo atraviesa
sin pertenecerle."
Yehuda Amijai
Estuvimos ahí la primera noche.
Los huesos hermosos brillaban livianos.
Sobrevivimos como adversarios la segunda
y la tercera.
Yo fui antigua como los parientes lejanos
cuando el cuerpo afloraba versos de algunos
dioses egipcios. Vos
decías que la dicha era el hielo derritiéndose
sobre una montaña triste y desfigurada.
Después abríamos las ventanas. El sol nos parecía
el instrumento más bello y gracioso
para hablar ciertas palabras y resguardarlas.
Dijimos por ejemplo piedad.
No hay piedad en la belleza. La belleza
es una piedra rocosa y carcomida en el valle de los cerdos.