una de las cosas más incongruentes e ilógicas que tiene el verano, justo esta estación y no otras, pero que a veces no nos paramos demasiado a pensar, es la imposición psicológica que por contagio todos padecemos en mayor o menor medida de tener que hacer proyectos y planes, muchos, pase lo que pase y cuantos más mejor, bañarse, moverse, viajar, salir, alternar, ir y venir, sin reparar demasiado en uno mismo y las consecuencias: cómo te puede sentar a ti y ahora, no a los demás, todo eso, aglomeraciones, atascos, calor, sudor y lágrimas, y si es eso lo que realmente quieres y necesitas... una paz tranquila en casa es lo mejor que puedo ofrecerle al mundo, dijo Kerouac (aunque nadie, por no desmitificar el mito, lo suela citar) al volver del camino: plantéatelo...
Vicente Muñoz Álvarez