Qué le parecería a usted, si yo le dijera que este mundo (al que también pertenezco), que esta pequeña parcela de vida que habitamos en armonía, y que esa muchedumbre llamada sociedad en la cual participamos activamente en realidad está muerta? Me refiero a muerta definitivamente, muerta en vida. Como en las actuales series de televisión que plantean un apocalipsis de zombies vagando por las calles, o esas otras en que la trama nos sumerge en una subrepticia invasión de extraterrestres que paulatinamente van suplantando la personalidad de los habitantes de una ciudad hasta convertirlos en autómatas vacíos de alma. Pues algo así está sucediendo pero con ciudadanos rutilantes, llenos de proyectos, humanitarios, cosmopolitas; verdaderos ejemplos a seguir que cargan sobre sus espaldas sendos árboles genealógicos, pero a la sazón, árboles generacionales que están muertos desde la raíz más profunda hasta el último brote, hasta el último fruto. Qué Pensaría usted? Y qué pensaría usted si le asegurara que Orwell y Huxley se quedaron muy cortos en sus tristes vaticinios?
Porque (dejémoslo claro de una vez que el tiempo apremia) este libro no encierra una historia que lo arrancará del aburrimiento durante unas horas, no. Si la única intención que le llevó a comprarlo era la de abstraerse durante unas horas de la rutina, le digo que ha cometido usted un error. Debió llevarse aquella novela erótico-romántica que tanto le atraía por la sugerente portada a todo color de una pareja semidesnuda besándose desenfrenadamente en el bosque. Sin embargo, puede que este error le salve de la caída final, o que al menos le prepare para el impacto. No tiene usted entre manos una novelita para pasar el rato, entre bostezo y bostezo. Este libro es una crónica de los tiempos oscuros y cuanto antes tenga conciencia de esta infeliz circunstancia, tanto mejor. Acabe ese té verde de una vez y sírvase una copa, la necesitará.