Pensemos el árbol.
No las ramas.
No las hojas de luz fotosintética.
Sí la raíz de sabia subterránea que bombea desde lo
[ciego hacia el nacimiento de la idea.
Pensemos el ser humano.
No lo físico.
No su Historia llena de olvidos y victorias contra
[náufragos vencidos.
Sí el Ser.
El alma negada por la vulgar apariencia de las
[horas
frente a la dicha de la Fe y su lento tránsito.
Antes. Ahora. Después. Las tres uniones temporales
descansan en la frágil línea de la duda y de lo incierto.
Pedro Gascón