Dios, que es redondo (así dice Juan Villoro), no anda metido en asuntos de fútbol. Tiene tanto trabajo y nos ama tanto y parejo a todos que no podía darle a la selección panameña el triunfo y dejar a los belgas, de antigua y olvidada tradición esclavista, sin su victoria. Los belgas también oran. Como buen padre, deja que sus hijos compitan y que gane el mejor. Porque no es cuestión de fe, es cuestión de poner el balón al fondo de la portería por lo menos una vez más que el contrario. Dios, redondo y todo, es mucho más que todas esas oraciones tricolor y vigilias y ayunos para torcer su brazo. Seguir leyendo aquí.
Artículo publicado en el diario La Prensa, 22 de junio de 2018.