Ya llegó la hora de disfrutar del Mundial. Para algunos será una etapa tediosa, para otros la más alegre en cuatro años. Pero no hagamos distinción, porque en cualquier caso puede ser una gran oportunidad para conocer un país desde un punto de vista diferente. Es decir, ¿cómo conocer Rusia sin pisar Rusia ni tampoco un estadio de fútbol ruso? La incógnita puede llegar a ser mayúscula, a no ser que te guste leer y sepas por dónde van los tiros. Sí, estamos hablando de la literatura rusa, bueno, más bien de la literatura de viajes, ¡pero de viajes a Rusia! Os vamos a mostrar algunos libros clásicos para no perder detalle de cómo es el país que creó el Tetris (creíais que iba a decir la ensaladilla rusa, ¿eh?) visto por otros autores ingleses, austriacos o franceses.
EDITORIAL: Confluencias
EDICIÓN: 2013
PÁG: 228
La editorial Confluencias tiene una maravillosa colección que trata el género de narativa de viajes (Tokio, El Cairo, Londres, etc.). Son unos libros con una edición muy cuidada y con un precio asequible para todos los bolsillos. En este caso, a Robert Byron (1905-1941) también se le conoce por ser uno de los grandes viajeros del siglo XX. Pese a que nació en la cuna de la alta sociedad británica, no dudó en embarcarse en las zonas más conflictivas de la Europa de entreguerras. En Rusia, Byron se pierde entre las calles de Moscú, se emborracha con unos ingenieros suecos en una cabaña, se maravilla antes frescos religiosos, visita el palacio donde Rasputín fue asesinado, bromea sobre Lenin y su momia o discute apasionadamente con bolcheviques. Todo ello para dejar fuera de todo contexto el estereotipo y el prejuicio.
EDITORIAL: Sequitur
EDICIÓN: 2017
PÁG: 91
Como no podía ser de otra manera, Stephan Zweig forma parte de esta recopilación. La pregunta es ¿qué no ha escrito el señor Zweig? No os molestéis en calcular la cantidad relatos, ensayos y novelas que llevan el nombre del austriaco. En este caso, la editorial Sequitur, publicó Viaje a Rusia, escrito en un estilo directo y llano, que se aleja de sus grandes obras, como Carta a una desconocida, pero nada desdeñable. Es un libro para conocer más autor y descubrir los miedos que tenía de viajar a la Unión Soviética. No obstante, una vez que llega al país, se encuentra con una Rusia plagada de belleza, que constituye para él un choque de culturas tan brutal que le harán sentirse una nueva persona. Todo ello con la figura de Tolstói como su alter ego, que sirve para entender más a Zweig en un viaje que dura poco menos de dos semanas.
EDITORIAL: Minúscula
EDICIÓN: 2008
PÁG: 231
En la editorial Minúscula podemos encontrar la experiencia de Roth, considerado como uno de los mejores exponentes de la prosa centroeuropea del siglo XX, en su viaje por la Unión Soviética, en calidad de reportero entre 1926 y 1927. Es cierto que siempre se había sentido atraído por el país, y más aún después de la Revolución, ya que este fue un reclamo importante para los intelectuales europeos. El escritor austriaco visitó las grandes ciudades, siguió el curso del río Volga y llegó hasta el mar Caspio. Este viaje marcó un punto de inflexión en la vida de Roth, tal y como se puede leer en una carta que envió desde Odesa: Es una suerte que haya emprendido este viaje, de otra forma no me habría conocido jamás.
EDITORIAL: Península
EDICIÓN: 2017
PÁG: 202
La editorial Península también nos suele dejar títulos imprescindibles de relatos de viaje. En este caso, el billete lo compramos para la línea ferroviaria más larga del mundo, una línea que recorre Rusia, de Moscú a Vladivostok, en un viaje de 9.000 kilómetros, siete husos horarios y con una historia llena de adversidades climáticas, enfermedades y corrupción. Nada más inaugurarse, el Transiberiano se vio envuelto en el centro de la guerra entre Rusia y Japón. Este solo fue el primero de los conflictos con la línea ferroviaria como protagonista. Después vendría la Guerra Civil, la Revolución o la Segunda Guerra Mundial. Hoy en día es un referente para Rusia y la vía ferroviaria más importante del mundo. Christian Wolmar, periodista y escritor fue nombrado Periodista del Transporte del Año en los Premios Nacionales del Transporte de 2007. Así que imaginad, debe de ser un gusto leerlo.
EDITORIAL: Mansalva
EDICIÓN: 2016
PÁG: 96
Carroll es uno de esos autores que lo mismo te escriben sobre matemáticas que te componen cuentos infantiles. Y, sí, también fue escritor de viajes (aunque solo viajó a Rusia). En este caso, la editorial Mansalva retrocede hasta 1867 para ofrecernos el relato de cuando Carroll tenía treinta y cinco años. Lo escribe entre Alicia en el país de las maravillas y A través del espejo. Muy típico de Carroll, leéreis sus andanzas en un tono onírico y fantástico en situaciones sociales, descripciones sobre los hábitos extranjeros o los recorridos que realizó. Todo ello documentado con horarios y fechas de cuando estuvo en teatros, jardines, palacios, museos, sinagogas o iglesias. Si hay conejo blanco o no, es algo que debéis descubrir en su lectura.
EDITORIAL: Laertes
EDICIÓN: 2012
PÁG:158
La editorial Laertes, famosa también por sus publicaciones a modo de guías de viajes culturales sobre destinos del mundo, también nos acerca a Rusia. En esa ocasión nos presenta la historia del poeta romántico francés Théophile Gautier en el invierno de 1858. Sí, en invierno, arriesgando al máximo. Gautier describe Moscú y San Petersburgo con una visión colorista y plástica. Nos habla de llanuras plagadas de nieve, de los salones de las estaciones de tren, de sus plazas, catedrales, etc. Sin duda, un gran reto para Gautier, escritor de novelas, artículos, críticas y, cómo no, de viaje. Él mismo declaró: Fui a Rusia, por la nieve, el caviar y el arte bizantino. Habrá que provarlo.
En cualquier caso, Rusia es un país con una gran riqueza literaria cultural. Si realmente os atrae, os sugiero que no perdáis de vista a autores como Tolstói, Dostoievski, Gogol, Pushkin o Turguenév. Y vosotros, ¿soléis leer libros de viaje cuando viajáis a algún país?
Camila Hernandez
La lectura, y en especial, la literaria produce deleite y gozo, desarrolla la imaginación y la creatividad, enriquece el vocabulario, mejora la atención y la concentración, proyecta los valores de la sociedad y la reflexión en torno a estos