En las montañas de la locura
Vicente Muñoz y Andrés Casciani presentan ‘Del fondo’, un retablo de sensaciones desasosegantes.
La penumbra siempre ha envuelto la obra de Vicente Muñoz. Ahora, el escritor se emboza el manto de las tinieblas para presentar su libro más oscuro, un poemario en el que no hay lugar para las coartadas. La muerte, la última estación, se convierte en el único habitante del libro, ilustrado por Andrés Casciani.
CRISTINA FANJUL , Filandón, Diario de León 18/03/2018
Acaba de publicar Vicente Muñoz su obra más ocura. Del fondo es, según sus palabras, una versión ampliada y revisada de Buscando la luz, un poemario que publicó en formato de bolsillo con Vinalia Trippers, su sello editorial, en 1998. «Editamos entonces 300 ejemplares que pronto se agotaron y ahí quedó todo»... O no, porque hace un par de años Andrés Casciani, un ilustrador argentino habitual de Vinalia Trippers, le propuso ilustrar uno de sus libros. «Estuve pensando durante algún tiempo qué podría encajar mejor en su estilo, expresionista, tenebroso y oscuro, y decidí revisar aquel poemario, que me pareció que le iba como anillo al dedo a su estética», destaca. Así que se lo envió y el ilustrador se mostró entusiasmado. A partir de ese momento comenzó el proceso creativo, que ha durado más de un año. «Cada semana, me enviaba una o dos ilustraciones, hasta completar las más de setenta que incluye el poemario», explica.
«Aún no hemos tocado fondo», termina uno de los poema, quizás el que más magia encierra, el que define la vida como un infierno «Subiréis al cielo/y junto al Altísimo/os sentaréis/aunque antes/tendréis que bajar/a vuestros propios infiernos,/solía decirnos al predicador...
Vicente afirma que cada libro nace y evoluciona de una manera. «Normalmente la prosa con más método y paciencia, y la poesía más por inspiración súbita y esporádica», explica. El escritor sostiene que se trata de lenguajes y formatos distintos y cada uno lleva su proceso. «Este poemario concretamente salió como a chorro, a borbotones, en relativamente poco tiempo, como por una iluminación, tanto en su primera versión, que constaba de unos cuarenta poemas, como en esta segunda, ampliada hasta setenta», dice.
Efectivamente, el poemario se explica como hallazgos, como fogonazos, relámpagos que atizan las brasas de miedo que se esconde en el corazón de los lectores. Y es que no se puede obviar la biografía literaria de un escritor, que siempre acompaña, que siempre es la tinta con la que todos plasmamos nuestra educación emocional. Vicente Muñoz se apoya en esta obra sobre los perfiles sinuosos de dos escritores que pusieron las bases de la literatura de terror: Edgar Allan Poe y H. P. Lovecraft, dos genios cuyas vidas se convirtieron en el reverso de su creación.
Destaca Jesús Palacios que el túnel del horror que describe Del fondo no es el túnel de un parque de atracciones. Lo describe como un «pasadizo involutivo y mutante que conduce, interminable, como una pegajosa cinta de Moebius (...) a los misterios más oscuros de la creación».
Las palabras no están elegidas al azar. A pesar de las tinieblas que tratan de camuflar todo el sentido del libro, cuyas ilustraciones tienen una belleza indiscutible, hay una gran carga de esperanza. Vida, universo, placer, acordes, laúdes...
Hay rendijas a través de las que se filtra la luz, aunque a través de ella sólo se pueda contemplar lo que esconde la oscuridad. En el principio del libro, y a modo de prólogo, el autor coloca las frases de cuatro gigantes: Aleister Crowley, Lovecraft, Charles Burns y David Cronenberg. Este último sella los pensamientos de todos los anteriores: «Todos tenemos la enfermedad: la enfermedad de ser finitos. La muerte es la base de todo el horror».
La muerte, la última estación, se convierte en el único habitante del libro. Jesús Palacios incide en que Vicente Muñoz «desgrana con verbo hipnótico y viscoso una Odisea posthumana engañosa y trágica por la que se arrastran penosamente los restos de una humanidad doliente».
Vicente Muñoz nunca ha ocultado su predilección por el lado más salvaje. Su obra literaria siempre ha recorrido la marginalidad, el terror o la oscuridad de autores como Lautréamont, Rimbaud o Céline. Precisamente, a este último le dedicó un libro de varios autores. De hecho, él mismo explicaba hace ya más de veinte años hasta qué punto las visiones delirantes y fantasmagóricas del autor francés le había impresionado. «Todo en Muerte a crédito —una de las obras de Céline— es oscuro y sórdido», destaca, para añadir que el gran acierto del escritor radica en «la alquimia que ejerce sobre las palabras, desplazándolas de su contexto, estirándolas, retorciéndolas, atribuyéndoles valores nuevos»...
Cómo no pensar en estas palabras cuando se enlazan los versos de que componen este gran cuento terrible que ha levantado en ‘Del Fondo’: «Ni siquiera sabemos con certeza/a qué tendremos que enfrentarnos/en cada nivel/qué entidades y organismos/nos vamos a encontrar/»...
Tienen entre sus manos un libro que nace de la incertidumbre ante una vida que nos resulta incomprensible.