Del fondo, de Vicente Muñoz Álvarez. Ilustrado por Andrés Casciani


La última propuesta de Vicente Muñoz Álvarez va más allá de su poesía habitual, e incluso más allá de cuanto haya escrito. A medio camino entre el cómic, el poemario y la narrativa de terror, Del fondo, que cuenta con unas extraordinarias ilustraciones de Andrés Casciani, es un viaje en modo poético por los abismos de la locura y del infierno: hombres que habitan una especie de limbo horrible en el que las carnes se pudren y donde acechan un predicador y un coleccionista de rarezas y los seres humanos dejan de ser humanos para convertirse en bestias inmundas, en criaturas innombrables, mutantes que aúnan los mundos crueles de Clive Barker y de H. P. Lovecraft, dos de los referentes de esta pesadilla en versos y en dibujos: ambos forman una simbiosis perfecta sobre esos universos donde la carne se corrompe y entran en juego el metal y el acero para recordarnos que el eco de David Cronenberg se pasea por sus páginas.

Con prólogo de Jesús Palacios (Abismos borboteantes de una vida blasfema, de una carne enferma, necrótica y licuefacta, que sin embargo se convierten en perfecto huésped simbionte de los desdichados seres que se ven condenados a deambular por ellos, quizá eternamente, escribe sobre el libro) y epílogo de Pablo Malmierca (No es solo el cuerpo el que cambia, los túneles sufren una metamorfosis continua, enloquece el entorno, enloquecen los cuerpos, apunta).

Termina uno su lectura con cierta sensación de sofoco, propia de esos infiernos con los que a menudo nos meten miedo. Aquí van unos fragmentos:



La propia carne del túnel,
que a la vez es la nuestra,
carne de nuestra carne,
es también nuestro alimento.

Pedazos sanguinolentos
que arrancamos famélicos
de las paredes de las galerías,
aun sabiendo
que esa carne y esa sangre,
nuestro alimento,
generará en nuestro interior
terribles seres.

**

En algunas zonas del cuerpo,
especialmente en las axilas,
además de llagas y protuberancias,
pústulas y excrecencias,
nos nacen una especie de yemas
que aumentan rápidamente de tamaño
hasta sufrir un estrangulamiento en la base
que las separa de la herida original
y dota de autonomía propia.

Un proceso de división celular,
además de doloroso,
cansino y aterrador.

**

De mi pierna
nace un brazo
y de ese brazo
otra pierna
y de esa pierna
una cabeza
y en esa cabeza,
latiendo cansinamente,
un corazón.

Yo es otro.

[Producciones Vinalia Trippers]


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