Precioso librito de Luis Landero en el que la literatura es la principal protagonista. El relato comienza presentando a Manuel Pérez Aguado, profesor de literatura y escritor:
Hace poco fue a un banco a solicitar un crédito porque anda con ganas de introducir mejoras en el piso. Le demandaron la profesión, invitándolo así a demostrar su solvencia social. Él dijo: "Profesor de lengua y literatura en un instituto de bachillerato", y como el empleado lo mirase por un instante con cierta preocupación no exenta de estupor y piedad, Pérez apartó los ojos y se sintió como el protagonista de El castillo de Kafka: un agrimensor que no ha sido llamado y cuyos servicios no son tampoco necesarios, pero que sin embargo está ahí: gravoso, obstinado y absurdo. Entonces Manuel Pérez Aguado pensó que, al presentarse como profesor, eran tanto como si hubiera dicho: soy-alguien-que-sabe. Porque, en efecto, lo primero que podría decirse de un profesor es que es-alguien-que-sabe. El empleado, con su mirada, parecía sin embargo decir: no sabrás tanto cuando no consigues convertir tu conocimiento en dinero, cuando tu sabiduría no te luce en la nómina. Y Pérez se llevó una mano a la cara y hubo de bajar los ojos antes el escándalo de aquella paradoja. (11-12)
Las reflexiones de todo el texto y las experiencias de Manuel nos llevan a replantearnos la importancia de la literatura y la relación de los libros entre ellos y con la propia vida. Es fácil entresacar numerosas citas a las que dar vueltas, pensamientos que mascar, pues, aunque no siempre sean nuevos, son presentados con la pericia de un buen escritor:
El relato sirve para que no se pierda del todo lo vivido. En el fondo, es una forma de oponerse a la muerte. Si fuésemos inmortales, quizá no contaríamos historias. (79)
El libro tiene una fuerte carga melancólica que acompaña a Manuel, al narrador e, inevitablemente, al propio lector, aunque no carece tampoco de esperanza y, por supuesto, de idealismo:
Y le gusta pensar a menudo en aquel episodio sugerido en que don Quijote y Sancho están montados en el caballo Clavileño y de pronto Sancho desliza la sospecha de si no serán víctimas de una burla cruel. ¿Y qué?, viene a responder don Quijote, allá ellos con sus burlas, que a nosotros no podrán arrebatarnos la gloria del empeño. (115-116)
Es uno de esos volúmenes a los que se puede volver en distintas lecturas porque no se agota en un argumento.
Bibliografía
Landero, Luis, Entre líneas: el cuento o la vida, Barcelona, Tusquets, 2001.