Con este cartel comenzaba Scarface, el terror del hampa (Howard Hawks, 1932).
Con uno muy parecido podría haber comenzado la película que vamos a recomendar hoy.
Las Guerras de los Balcanes fueron algo tremebundo. De entre todas ellas se llevó la palma, en lo que a barbaridades se refiere, la Guerra de Bosnia. En un marco como aquél, con semejante caos militar y multitud de complejos y viscerales conflictos religiosos, étnicos y políticos entre las diferentes etnias de los habitantes de Bosnia, puedo incluso llegar a entender por qué, en 1995, 400 cascos azules holandeses salieron por patas de Srebrenica (ciudad que debían proteger) cuando llegaron los hijos de puta de la VRS (el ejército serbio de bosnia). El resultado del acojone holandés: 8.000 bosnio-musulmanes que habían acudido a Srebrenica, confiando en la ONU, fueron fusilados por los serbiobosnios (ortodoxos). El parlamento de Holanda fue un poco menos comprensivo que yo y, cuando todo el asunto salió a la luz, el gobierno holandés fue obligado a dimitir.
Pero ya se sabe que es más difícil ganar la paz que ganar la guerra.
Kathryn Bolkovac comenzó trabajando como instructora de policías bosnios para combatir la violencia de género y acabó destapando un escandaloso y vergonzante (otro más) negocio de tráfico sexual de mujeres. Mujeres que eran secuestradas y obligadas a prostituirse para uso y disfrute de ¡¡¡los machotes de las fuerzas pacificadoras de la ONU!!!. Así que algunos de los tipos que estaban en Bosnia para ayudar a las antiguas víctimas, contribuyeron, en realidad, a fabricar nuevas. Pero, ¿a quién le interesan unas cuantas putas de guerra?, ¿quién se va a preocupar por los más parias de entre los parias?. Pues Kathryn Bolkovac, quien denunció esta situación de la que todos (autoridades locales, mafias de proxenetas y miembros de las fuerzas de la ONU) se beneficiaban.
Y ya me callo porque me estoy poniendo de mala hostia y porque no quiero desvelar más trama de la película que recomendamos: La Verdad oculta, dirigida por la debutante realizadora canadiense Larysa Kondracki quien llevó, en clave de thriller, la historia de Kathryn Bolkovac a la gran pantalla con notable resultado. La mayor virtud de la película es su clara intención edificante y su propósito de denunciar una situación que debe ser conocida por la opinión pública.
La Verdad oculta tiene un tufillo a telefilme de lujo basado en hechos reales (ojo al reparto: Rachel Weisz, Vanessa Redgrave, Monica Bellucci, David Strathairn) de ésos que tanto me gustan cuando poseen la noble voluntad de exponer públicamente las vergüenzas de nuestras sociedades. Rachel Weisz está estupenda en su papel de heroína, no de acción, sino de devoción, es decir, esa clase de héroes que alcanzan dicha categoría por seguir el camino que les guía su sentido del deber y su fe en la justicia.
Puede que La Verdad oculta no te ayude a convertirte en un mejor cinéfilo, pero seguro que, tras verla, consigue revitalizar esa necesaria dosis de rabia e indignación que todos necesitamos para echarle narices a la vida y pelearnos con la parte más fea de este mundo.
Pues eso, para una tarde premium de domingo.