Amanece en la ciudad y todo vuelve a su sitio, las luces de la mañana iluminan las sombras, las esquinas, lo prohibido. Los marginales y desfavorecidos duermen la noche de los tiempos mientras alguien hace una mudanza desde el quinto piso.
Aires de nostalgia en el autobús de domingo, maletas cargadas de recuerdos y sueños y ojos hinchados y henchidos de luz, de mar, de panorámicas y graffitis.
Alguien dice 'evharistó", alguien contesta "parakaló".
Y amanece, que no es poco.
Silvia D Chica