uno de mis fragmentos favoritos de la literatura del mundo mundial, sin duda, de Thomas de Quincey en Confesiones de un inglés comedor de opio: no me apetece buscarlo y transcribirlo ahora, pero más o menos, sintetizando y simplificando mucho, va de lo que disfruta al recluirse en su refugio de invierno con sus libros al anochecer, cuando todo se queda al fin silencioso y tranquilo, paz y armonía en la casa, una cena frugal en su estudio, sus gotas de sutil veneno y la chimenea rugiendo, afuera todo silencio y oscuridad, escarcha y helada, y dentro lectura profunda y meditación, cómo desgrana lentamente el reloj de pared las horas, cómo lo cuenta y describe, cómo pasa la velada, esa atmósfera de ensoñación, de entre todo ese prodigioso libro y tantos otros que en el mundo han sido, justo esa visión...
Vicente Muñoz Álvarez