es, sobre todo, la sensación que me han dejado en el corazón y la piel, puro bálsamo después de la ruta, estos días tranquilos en el Alentejo, islas en el aire, fuerzas telúricas, nidos de águilas, castillos templarios, sol y niebla y lluvia, frío cortante, tabernas de la Hammer y vibraciones de mucha mística y energía, ya grabadas para siempre, como símbolos áureos, en mi cofre de hueso... lugares donde el tiempo se ha detenido, posadas de ensueño de opio, horizontes eternos, olivos, alcornoques y limoneros, carreteras sinuosas, cisternas y juderías, criptas y megalitos, lecturas fantásticas junto a la chimenea y unos ojos de cielo... de cielo...
Vicente Muñoz Álvarez