Y como la mía ninguna.
Es un instinto (casi) irremediable.
Tras la maldición bíblica del “parirás con dolor” (Gen, 3;16) toma el relevo, en ocasiones, la ciencia (por no ser menos que la religión) y su maravilloso mundo de la fisiología hormonal para alterar los niveles de estrógeno y progesterona de las mamis y provocarles la depresión posparto, que es una cosa tristísima. En casos graves, la cosa puede degenerar en neurosis y hasta en psicosis. Y, lamentablemente, esto es lo que le sucede a la mamá de Rikard, el protagonista de la entrañable película sueca que hoy recomendamos:
Jätten (El Gigante).
Rikard es un autista de 30 años que sufre una deformidad física que le pone muy difícil todo eso de encajar en la sociedad. Rikard tiene dos obsesiones: reencontrarse con su madre que permanece ingresada en un psiquiátrico y ganar el campeonato nórdico de petanca, un premio que, a sus ojos, le permitirá acumular los suficientes méritos para que su madre le “perdone” y se recupere del sufrimiento extremo que le produjo engendrar un hijo con unas dolencias como las suyas. Y no cuento más. Sobra sinopsis.
Jätten es una tragicomedia financiada vía crowdfunding y realizada en tono cuasi documental por un realizador sueco al que espero que le vayan muy bien las cosas en el futuro: Johannes Nyholm. Me quedo con su nombre porque con esta conmovedora película ha demostrado un estilo, sobre todo en el tratamiento de los toques de realismo mágico, que ha cautivado a este bloguero por su enjundiosa sencillez. Mucho tiene que cambiar el panorama para que Jätten no se cuele en mi celebérrimo Top 10 movies (2017). Por cierto, cuando vean la película, me cuentan si no demuestra maestría el hecho de conseguir hacer interesante una final de petanca entre Dinamarca y Suecia.
Por si todo lo anterior no fuera suficiente, Jätten tiene una banda sonora épica homenaje a las de los spaguetti western.
No se la pierdan.
Es una joyita.
Como mi madre,
que es la más guapa del mundo,
aunque yo sea una decepción con patas.