"Paseaba por las calles de su barrio hasta llegar a un parque, uno de esos solares de derribo con dos bancos de madera pintados con grafitis, una papelera oxidada por la base a punto de caer, un arenero para niños sin niños, un columpio de película de miedo, tres mierdas de perro y un charco al final del tobogán. Se sentaba y se imaginaba fuera de allí, lejos, en algún lugar que necesitara conexión de dos vuelos, o más, y volver cuando todo hubiera acabado..."