¡Oh!, haber curvado la línea recta, torcido el gesto en un mohín, desatado las iras en exacta puntualidad inglesa, me convierte, acaso, en ilesa muerte, y eterna vida.
¡Oh!, haber salpicado el magnetismo de las viejas palabras, pulido y abrillantado la bruma, y una incierta incógnita en el modo de resolver los problemas que surgen, me convierte incluso, en pasión.
¿De quién habla el verbo?,¿a quién describe el adjetivo?, ¿quién atiende al sustantivo que nombra lo innombrable, borra lo imborrable, vence lo invencible?.
¿Qué circunstancia complementa al tiempo?, ¿qué miedo causa la huida sin excusa en el laberinto del estío?.
Laura Martínez García