Hablo con el idioma sucio de los tristes
y en mi ropa llevo restos de sangre y hojarascas.
Tomo partido por la vida rodeado de muerte.
Aúllo con los lobos y me mancho los pies.
Y me equivoco, dios cuanto me equivoco,
siempre me equivoco.
Me confunden los peldaños de esta escalera:
Si son de infierno o cielo,
o por qué espero aquí,
si nada me visita o me acecha:
Solo esta sábana que de blanco me cubre en la oscura noche.
Bastaría una onda, las manos unidas,
músculo en furia, inmensa furia, dolorosa y terrible furia
que en medio de estas líneas te deslumbrase.
Pero me equivoco, dios cuánto me equivoco,
siempre me equivoco.
Jorge Lázaro