GOTEO por NATACHA G. MENDOZA



Sigue el goteo en el baño. Ese sonido al que estoy acostumbrado desde la niñez. No hay ningún problema en los grifos, nada llueve, nada llora. Pero sigue el goteo desde esa oscuridad inclinada del baño. A veces puedo oír las voces de mi padre, cuando llegaba a casa y escupía las palabras, intentando decir algo coherente cuando el alcohol lo recorría. Recuerdo que me despertaba temblando, de niño vivía en un constante temor. En cambio, no logro escuchar las voces de mi madre, ni sus tristezas, nada me queda de ella, salvo alguna foto quemada por el tiempo, dónde su mirada ojerosa me sacude. Y ese goteo, ese ruido de mi maldita memoria, cada noche regresa sin tregua, invadiendo esta pequeña casa, cronometrándome la existencia

Natacha G. Mendoza


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