Decadente, nihilista y sombría, Yo vigilo el camino (I walk the line, 1970), de John Frankenheimer, es a la vez un retrato hiperrealista de la Norteamérica rural y profunda (con todos sus tópicos y tabúes) y una metáfora del sinsentido de nuestras vidas y del amor imposible y fingido.
Un sheriff cincuentón desencantado de su familia y del mundo (fantástico Gregory Peck) y una lolita inconsciente en una sociedad encorsetada e hipócrita son los personajes con los que Frankenheimer construye este potentísimo drama de soledad, desengaño y hastío, que deja un regusto amargo amargo en la boca y una saudade punzante en el corazón.
Y por si fuera poco, la voz desgarrada de Johnny Cash con su guitarra añade una dosis de nostalgia extra al metraje.
Una joya de culto del cine norteamericano de los años setenta y otra recomendación 5 estrellas 5.
Vicente Muñoz Álvarez, de Cult Movies: Películas para llevarse al infierno (Eutelequia, 2011. LCLlibros.com, 2013).
Trailer en You Tube: