La KGB nos trataba
con insulinay prostitución de riesgo
para aspirar al Nóbel de literatura.
La sífilis nos proporcionaba
estados alterados de consciencia
idóneos para escribir poemas
que hacían que los académicos suecos
se cagaran.
La clave de todo
eran los Rage against the machine
con Valium 9.
El que no viera argonautas
era sacrificado.
Fuimos a visitar a Timothy Leary
con unos temblores incandescentes
y el gran gurú nos hizo
el mejor regalo de la historia:
el garrote vil.
Rafael Sanz Sierra