Aquello fue como si lloviera metralla;
cada pensamiento era un disparo certero,aquel día sangraba
cada vez que cerraba los puños
y se me clavaban las uñas
en las palmas de las manos.
Hacía frío en los huesos,
llovía demasiado en el pecho,
hubo maremotos en el corazón.
No había consuelo,
no había oxígeno,
no había vida,
no había personas,
había gente,
había flores,
un agujero alquilado
y un cartel de despedida.
Judith Rico