NO PASARÁN
Mientras de madrugada,
viajen en los autobuses
mujeres con la mirada perdida,
Seguirá siendo momento de revoluciones.
EL SÚBITO ABANDONO
Ignoraba entonces que me observaban,
abrí la puerta y las ventanas de mi casa,
y entraron alimañas y el verdín se instaló en las paredes.
Toda la luz se fue y no volvió a amanecer,
nunca, ya nunca más.
Se vació mi casa de libertad y de risas,
los roperos se quedaron boquiabiertos,
con perchas oscilantes que recalcaban
las ausencias y el súbito abandono.
Se tapiaron la puerta y las ventanas.
El sol no volvió nunca a iluminar las teselas azules
de la columna del salón ni las teclas mudas del piano.
Y mis hijas se fueron en una comitiva de sátiros y locos,
cogidas de la mano de un hombre sin memoria.
DESALOJO
Camino entre los restos
de lo que fue mi hogar
como entre las ruinas
de una ciudad bombardeada.
Los edificios,
como niños violados,
muestran pudorosos interiores reductos:
en las paredes estampadas
sobre colchones de crochet
los crucifijos cuelgan boca abajo.
CAIGO
Caigo, no dejo de caer,
una y otra vez caigo,
me levanto,
una y otra vez me levanto
me empujan y caigo,
una y otra vez me empujan,
me levanto
como un boxeador antes de ser noqueado,
las cejas reventadas, ciegos los ojos,
los brazos como aspas de un molino sangrante.
Del frio polar sólo te salva
un buen abrigo de piel de zorro,
que te ayude a mantener
la temperatura corporal,
de lo contrario
la vida se filtra a través de los poros,
todos los agujeros de tu piel
la dejan escapar convertida en vapor,
como las aceras de Helsinki.
A veces otras personas
que como tú, sobreviven,
te ofrecen su calor.
Espejismo.
No son una piel cálida,
sino barriles congelados,
la sed te domina,
los lames,
y la lengua se queda pegada.
En un cementerio nuclear
de un ardiente país africano…
costas llenas de barriles,
playas alfombradas de lenguas
que se secan al sol…
los perros las devoran.
Begoña Casáñez Clemente, de Las aceras de Helsinki (Canalla Ediciones, 2017).